sábado, 4 de junio de 2011

Marquetti, el 40 de Cuba

En las series nacionales cubanas, diversos números utilizados por jugadores han quedado prendidos en la memoria de los fanáticos, pero no me equivoco al decir que el 40 de Agustín Marquetti ha sido el más popular de todos. 

Y no solo los parciales de Industriales seguían al alquizareño cuando bajaba al terreno, sino también todos los aficionados del país admiraban la entrega de ese excelente deportista a su causa desde su debut.

El inicio de este beisbolista, admirado por propios y rivales, tuvo lugar con el equipo azul de la capital cubana  en la V Serie Nacional de 1965; pero ya antes había acusado un acelerado desarrollo de sus potencialidades en las ligas juveniles.

En esa etapa, aparte de Agustín, destacaban dentro de la hornada de jóvenes Fermín Laffita, Lázaro Cordoví, Santiago    Changa    Mederos, Oscar Romero, Vicente Díaz, Emilio Salgado y Lázaro Santana, entre otros.

Marquetti, cuya primera aparición la hizo como bateador emergente, no desaprovechó esa oportunidad, y se anotó un importante batazo contra el diestro oriental Roberto Valdés, en el estadio Latinoamericano, de la gran urbe capitalina.

Hubo entonces que abrirle un espacio en la alineación y, desde su posición como jardinero derecho, se convirtió rápidamente en un icono seguido por todos debido a la fortaleza y extensión de sus conexiones.

En realidad, era un soberbio espectáculo ver a este toletero pararse en el plato con el madero a todo lo largo, mientras realizaba un doble bombeo al momento de sacarlo a toda velocidad.

Así, se fue estableciendo como un slugger de marca mayor, que a su vez podía compilar altos promedios.

La campaña de 1967 fue demostrativa de cuanto se cuidaban de él los lanzadores.

Quedó de líder en bases por bolas intencionales recibidas (10), empatado con Pedro Chávez.

Sin embargo, aún tenía que limar algunos problemas para conectar las aceradas curvas de entonces.

Su destape total ocurrió en la campaña de 1969, con el Habana, en la que archivó 19 jonrones, y mejoró en seis el record anterior de Felipe Sarduy, impulsó 85 carreras, y lo golpearon 15 veces,  marca que se mantuvo hasta 1991.

Con posterioridad, el sonriente mocetón de ébano, nacido el 28 de agosto de 1946, en Alquizar, partió con el equipo Cuba al XVII Campeonato Mundial de Béisbol Aficionado de República Dominicana.


Tuvo allí una loable actuación producto de 11 indiscutibles -tres dobletes y dos cuadrangulares- en 32 veces al rectángulo, empujó siete carreras, y promedió
357.

Desde entonces, su presencia en las formaciones cubanas estuvo a pupilo en torneos internacionales.

Si bien es cierto, que no tuvo destaque en el XVIII Mundial celebrado en Cartagena, Colombia, en 1970, ni asistió al de La Habana en 1971, el que se disputó en Managua, Nicaragua, en 1972, lo vio erigirse en héroe.

El encuentro decisivo entre los estadounidenses y cubanos marchaba empatado a tres carreras en el décimo capítulo.

Félix Isasi ligó un sencillo, y Marquetti entró al cajón de bateo para enfrentar a John Smith.

El cubano, primero botó la pelota de foul, para con posterioridad, sacar nuevamente la píldora por zona    fair   , y llenar de orgullo a su pueblo ese 2 de diciembre.

En el ámbito local, el    Gran Sonriente   ,  como también se le conoce a Marquetti, concluyó al frente de los jonroneros nuevamente en 1972 con 11, en defensa de sus Industriales, e igualmente encabezó las empujadas (53).

Con posterioridad, copó los sacrificios de fly  (4),  así como los  golpeados por lanzamientos (12),  mientras militaba dentro de Constructores en 1974.

Su último liderato en series nacionales sobrevino en 1978, cuando bateo más dobletes que todos (12),  y continuaba hilvanando su saga como toletero de tacto y oportuno, al tiempo que ya se había convertido en un excelente defensor del primer cojín, posición que defendió con prestancia hasta el final de sus 22 temporadas.


En cuanto a lo foráneo, Marquetti siempre mantuvo su bate encendido: en los Panamericanos de Cali, Colombia-1971, promedio 387;  en los de México-1975, se elevó hasta .

480 con cuatro dobletes; y en San Juan, Puerto Rico-1979, lideró los jits y las empujadas con 13 respectivamente.

En los Centroamericanos de República Dominicana-74 compiló cuatro dobletes; al tiempo que en la XXIV Serie Mundial de Colombia (1976) finalizó con los mayores lauros en tubeyes (7)  e impulsadas (20).

Y todavía hoy se recuerda aquel memorable jonrón que le propinó al lanzador pinareño Rogelio García en la XXV Serie Nacional en 1986, y que decidió la corona a favor de Industriales sobre los Vegueros 7 por 5, un triunfo que le devolvió a los azules de la capital cubana un cetro esquivo durante trece largos años.


Su average general de 288 en las lides cubanas estuvo aderezado por mil 935 jits en 6 mil 725 veces al bate, jonroneó 207 veces, empujó mil 106 carreras y anotó 853.


Su defensiva brilló hasta 987.

PL

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