En el 2006 entrevisté a Enrique Pineda Barnet. En ese año le fue otorgado el premio nacional de cine por su fecunda y larga trayectoria en el llamado séptimo arte, a pesar de que hacia prácticamente 17 años que no realizaba una película en Cuba.
Durante la conversación me confesó que no sabía si la vida le alcanzara para llevar a la pantalla grande algunos sueños, que tenía engavetados como Verde verde, una película "necesaria y urgente" que tocaba el tema de la homofobia en Cuba.
“Todavía hay ferocidades, aún estamos cazando brujas, todavía se queman pensamientos e ideas, de manera que Verde verde sería una película muy importante", expresó.
Ya es un hecho que Pineda Barnet hizo realidad uno de sus sueños. El próximo 12 de diciembre se estrenará en Cuba, Verde verde, filme que disfrutará sentado en una de las butacas del cine, a sus 78 años de edad, acompañado de su público.
La proyección de la cinta es mi pretexto para invitar a los lectores de latidosdecuba a disfrutar de aquella vieja entrevista, llena de anécdotas y vivencias de Enrique Pineda Barnet, figura indiscutible del cine y la cultura cubana e iberoamericana.
ENTREVISTA: LAS PARADOJAS DE PINEDA BARNET
Noviembre del 2006
por Aday del Sol Reyes
A Enrique Pineda Barnet le sorprendió su 73 cumpleaños (28 de octubre) en plena filmación del largometraje Te espero en la eternidad, una historia que recrea el fenómeno más dramático que sufre la familia cubana, la separación. Según declaró en entrevista exclusiva para Cubasí es una propuesta cinematográfica donde predominan los símbolos que el espectador desentrañará a través de los personajes que interpretarán Verónica Lynn, Broselianda Hernández y Héctor Noas, entre otros.
Pineda que no filmaba en Cuba hace 17 años, desde su éxito rotundo con La Bella del Alhambra (1989), al que asistieron dos millones de personas en tan solo dos semanas, le fue otorgado este 24 de marzo el Premio Nacional de Cine 2006 en reconocimiento a la notable labor de toda una vida vinculada al cine, como creador y pedagogo que ha incursionado en diversas disciplinas artísticas, así como por su valiosa colaboración en la formación de nuevas generaciones de cineastas.
Precisamente aseguró sentirse muy feliz con este movimiento de cine joven que se desarrolla en nuestro país, porque es de los que piensa que un realizador de cine cubano dondequiera que esté es una expresión de la cultura nacional, de una nación única, indivisible que se ama y se conoce a sí misma.
Este hombre, que cuando hace cine no sabe dónde terminan los sueños y dónde comienza la vida, respondió con la ternura de un artista a las muchas interrogantes que pudiera tener cualquier periodista ante una figura del cine y la cultura cubana e iberoamericana como él.
Usted ha dedicado toda su vida no solo al cine, sino al arte en general. ¿A partir de qué momento tomó conciencia que se sería un artista?
―Desde que tengo uso de razón, desde que me recuerdo a mí mismo pensante sabía todas mis preferencias y también todas las cosas que no me gustaban. A los cinco años sabía perfectamente que no iba a ser deportista, ni político, ni matemático y sí que iba a ser artista, eso lo tenía bien claro, aunque todavía no sabía la rama del arte a la que me iba a dedicar.
“Mi madre me regaló una vez un juego de laboratorio, tomé las probetas y las convertí en marimba, también me obsequiaron soldaditos de plomo y me puse a jugar con ellos e hice un show espectacular, para mi espectáculo necesitaba hembras, así que resolví el problema poniéndole falditas a la mitad de los soldaditos, después hacía grandes castillos, escaleras, coreografías y óperas.
“De niño bailaba, hacía canciones, tomaba mi guitarrita e improvisaba, siempre me creí que iba a ser cantante porque canté en la radio, en algunos espectáculos y shows. Empecé en el teatro muy temprano, después de los cincos años cuando hice mi debut artístico bailando rumba pintado de negrito.
“Luego empecé a trabajar en el teatro en serio, en 1954 estrené la obra Lila la mariposa, de Rolando Ferrer que escribió para mí el personaje de Marino, el protagónico y cuando me sentí el protagonista de una obra de teatro también me sentí como en una gran culminación como actor de teatro.
“Todos esos años había estado trabajando en la radio, en RHC Cadena Azul, en Unión Radio, en CMQ, todo esto fue antes de la existencia de la televisión. Estaba escribiendo cuentos a los 17 ó 18 años y gané el Premio Nacional de Literatura Alfonso Hernández Catá (1953), un premio muy prestigioso, que contaba con un jurado de alto nivel, recuerdo que estaba presidido por Fernando Ortiz, Juan Marinello, Jorge Mañach, Francisco Ichaso, Raymundo Lazo, Antonio Barreda, entre otros; ese galardón me elevó mi autoestima como escritor y de repente publiqué un libro de cuentos: Los siete cuentos para antes de un suicidio, un paradójico libro para mi generación porque era como una invitación al suicidio.
“Por esa misma época llegó la televisión y empecé a escribir muchos programas de suspenso para el medio, dirigí dramáticos e hice varios musicales y de ahí pasé a la publicidad, confieso que trabajé como diez años en la publicidad más feroz, en la de anuncios de jabones y fui también muy feliz con la publicidad porque junto con ella estaba haciendo radio, televisión, prensa plana y cine.
“De madrugada hacíamos las películas comerciales, y ahí también obtuve buenos premios por los anuncios de jabón Camay. Todo esto me creó una base técnica muy importante, al mismo tiempo me hice profesional publicitario, me gradué en la universidad, y esto hizo que creciera temprano en ese sentido.
“Nunca pensé dedicarme en particular al cine, aunque escribía algunos guiones y traté de que llegaran a las manos de algunos directores de otros países que nos visitaban, pero nunca tuve un logro en ese sentido.
“Empecé a estudiar muy fuertemente en Teatro Estudio cuando se fundó, me adentré en la dramaturgia, en la dirección de puesta en escena con un grupo también de teatristas, recuerdo colegas como Abelardo Estorino, Rolando Ferrer y Roberto Blanco quien dirigió para su graduación una puesta de teatro de una obra mía que también tuvo mención Casa de las Américas, de modo que Teatro Estudio me dio otra fuerza.
“Sin embargo al triunfar la Revolución se funda el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC) y ahí estaban mis amigos de toda una vida que me proponen trabajar con ellos y les dije que era demasiado fácil entrar al cine de esta manera, era como un regalo inmerecido que yo realmente no me había ganado y decidí con un espíritu quizás romántico, ir a un lugar de sacrificio, palabra que me resulta hoy un poco incómoda.
“Me fui a enseñar como maestro, no como brigadista alfabetizador, al último rincón de la Sierra Maestra, donde pude hacer una escuelita maravillosa cuyos alumnos voy a visitar precisamente pasado mañana, ya son abuelos aquellos que fueron mis niñitos y he mantenido el vinculo con ellos. Ahí me descubrí como maestro, descubrí que además de todo era maestro, no sé si pedagogo, la palabra me resulta grande, pero maestro sí, me gustaba enseñar y aún hoy me gusta enseñar y tengo un amor ya devoto por mis alumnos, mis estudiantes son para mí hoy por hoy más importantes que cualquier otra cosa.
“Posteriormente la vida hizo que de la Sierra cayera en otras tareas que no me complacían para nada, administrador de ingenios, diplomático, cosas que yo no soportaba realmente y casi que en una fuga de la diplomacia vine a pedir asilo al ICAIC. Y ahí empecé a finales de 1962, irrumpí con mucha rapidez porque en 1963 hice documentales como Aire frío, el largometraje Giselle, di clases en el Ballet Nacional de Cuba, como profesor de dramaturgia, colaboré en el guión de Crónica cubana, una película de Ugo Ulive y empecé el guión de Soy Cuba (1963), fue una año muy vertiginoso, y a partir de ese momento comenzó mi vida de cineasta”.
Como reconocimiento a su fecunda y larga trayectoria en el llamado séptimo arte le fue otorgado el premio nacional de cine 2006. ¿Qué significa para usted compartir junto a Alfredo Guevara, Julio García Espinosa y Humberto Solás un reconocimiento como este?
―El premio me sorprendió muchísimo, nunca pensé que lo podía tener cerca y al mismo tiempo las figuras de los predecesores en el premio eran suficientemente importantes, serias y significativas como para darle una estima alta. Es algo que uno tiene que tomar como una caricia.
“No me gusta decir que no me lo merezco porque hay personas que consideraron que lo merecía, pero al mismo tiempo pienso que hay otros que podían merecerla tanto como yo. Pero si de algo estoy muy seguro es que la gente me quiere; no sé si por mejor o peor en algún sentido profesional, pero sé que me quieren, y eso también uno se lo gana, y me hace feliz, me da mucha tranquilidad porque soy una persona amorosa y al mismo tiempo ―como me dijo Julio García Espinosa, un excelente colega― soy muy duro también.
“Considero además que el lauro es una paradoja y al decir esto no quiero lastimar a ningún colega porque nadie tiene la culpa que haya sido así, pero pienso que es paradójico ganar el premio nacional de cine cuando hace prácticamente 17 años que no realizo una película en mi país, aunque en todo este tiempo he hecho películas en Puerto Rico y por mi cuenta”.
Cuando se dice Enrique Pineda Barnet a todos nos vine a la mente La Bella del Alhambra, considerado el mejor musical de la historia del cine cubano. Al cabo de 17 años del estreno de su obra cumbre, ¿a qué atribuye el éxito rotundo que tuvo el filme tanto del público como de la crítica especializada?
―Es bastante complejo y largo, he tratado muchas veces de desentrañar el misterio, por una parte puedo decir que se debe a todo un staff extraordinario, y esto no son palabrerías, ni demagogia.
“La película se hizo con muchas dificultades, rompecabezas, golpes y también con mucho amor. Todos y cada uno de los artistas, de los creadores, los técnicos que trabajaron en el filme lo hicieron con pasión, esfuerzo y disciplina. Todos se sienten muy orgullosos de haber hecho esa película, algunos me escriben desde países lejanos y me dicen siempre: estaría dispuesto a volver a hacer una película así.
“Por otra parte creo que la película cumple con algunas deudas del cine con relación a fenómenos de cubanía, como es el hecho de que sea una película musical que logre un arraigo y una comunicación popular, que rescata elementos básicos de nuestra cultura como el teatro vernáculo.
“Siendo una imagen analógica de la república y del país, no está narrada en términos ni triunfalistas ni fatalistas, está narrada en términos muy objetivos con una visión muy crítica de nuestra sociedad, de nuestra vida y de nuestro arte. Es una visión bastante aguda, es como un bisturí que no duele. Es algo muy curioso, la gente ve esta película 5, 6 y 10 veces y empieza a descubrirle elementos discretos, ocultos, que descubren entre líneas y eso siempre resulta fascinante. Creo que cumple todos esos cometidos.
“Después, el carisma excepcional de Beatriz Valdés, la música dirigida por Gonzalo y Mario Romeo, esa imagen que nos regalan Derubín Jácome e Idiana Fernández, todo ese mundo escenográfico, el movimiento danzario que logra Gustavo Herrera con muy escasos recursos es extraordinario, la fotografía de Raúl Rodríguez Rivera es tan delicada, y que no trata de hacer malabarismos fotográficos, trata de estar en el punto exacto de la imagen que se hace necesaria y luego el montaje de Jorge Abello que tiene el ritmo, la cadencia, la dinámica, la selección necesaria para una película así.
“Una producción que parece costosísima y es sumamente barata, paupérrima diría yo, pero magistralmente manejada por Humberto Hernández, de modo que tenía gente a mi alrededor que era muy creativa en su especialidad. Raúl García se las arregló para dar un diseño sonoro de primera a la película.
“Un filme que cuando se estrenó en 1989 a mediados de año en el Festival Caracol de la UNEAC, la gente aplaudía las escenas una a una, dialogaba con los actores de la pantalla ―que fenómeno más raro―, y por último cuando terminó la película la gente empezó a abrazarse y a felicitarse como si fuera una fiesta de año nuevo, eso le dio la idea a la dirección de distribución del ICAIC de estrenar la película oficialmente para esperar el año 1990, y se estrena precisamente a las 12 de la noche.
“La película era para mayores de doce años. Para nuestra sorpresa a la semana había niños en la calle cantando las canciones de la película. A los dos semanas se reunió dos millones de espectadores a taquilla pagada, en un país de 11 millones de habitantes, era un récord que nunca se superó, después sé que películas como Fresa y chocolate tuvieron un alto por ciento, pero hay que comparar cantidad en tiempo, fueron dos millones de espectadores en dos semanas, ¡¡¡¡tremendo!!!!
“La crítica especializada fue básicamente toda a favor de la película, a los viejos, a los niños les gustaba la película, se ha exhibido en cadena nacional de televisión no menos de 15 veces en estos años, casi a una vez al año y a veces a dos veces al año y la gente sigue apostando por la película, voy a diferentes países, se proyecta y la gente la sigue viendo como el primer día.
“Recuerdo una anécdota tremenda, voy a Grecia a un Festival con una copia de la película acabada de salir del laboratorio, que no hubo tiempo de chequearla. Cuando proyectamos la película, que estaba toda la plana mayor del Gobierno y la cultura griega, empieza la proyección y veo que la película está en verde y me voy corriendo a la cabina de proyección, busco a un traductor y le digo al proyeccionista «¿qué está pasando?», y me dice que la película es verde, está en verde. Me espanté, no sabía dónde esconderme, estaba totalmente avergonzado, me sentí muy mal; termina la proyección, sale el público y viene la ministra de cultura de Atenas, me da un abrazo, me felicita y me dice «¡¡¡qué hermoso verde el de su película, ¿cómo ha logrado eso?!!!». Dije «esto, ya es el colmo que hasta un error se convirtió en un fenómeno a favor en ese momento».
“Hay una paradoja extraña, la película en el año 1989 va al Festival Latinoamericano de La Habana y su protagonista, que se había convertido en una diva de alto nivel, no recibió ni un solo premio, a la película no le fue otorgado ningún premio significativo, el público protestaba, la gente en el premio de la mejor actuación femenina, pateó dentro de la sala, gritaban ¡¡¡justicia, justicia!!!
“Precisamente tres meses después, la película ganó el premio Goya 1990, de la Real Academia de Ciencias Cinematográficas de España, y es el primer Goya que gana el cine cubano y uno de los primeros, si no es el primero que gana América Latina. Son otras paradojas de la vida”.
En parte de su cinematografía hay una fusión del documental con el cine de ficción. ¿Por qué este recurso?
-Realmente no es un recurso, es una concepción del cine y de la vida, creo que la realidad y la fantasía están muy mezcladas, la vida nuestra de todos los días como la vida del ser humano es tan mágica y tan fantasiosa que supera todas las fantasías del arte, la novelística y el cine de ficción, por eso se me mezclan lo uno y lo otro, muchas veces no sé dónde empecé a soñar y dónde comencé a vivir, para bien o para mal.
“Con David (1967) me salió un documental de largometraje con ingredientes de ficción, Giselle (1963) es ficción y documental, en Aquella larga noche (1979) el documental y la ficción están muy unidos porque yo siempre busco la paradoja, me interesa siempre como tema el ser humano, el personaje en sí mismo me interesa más que las cosas que le ocurren, que la anécdota. Ver el fenómeno de estas dos mujeres, Lidia y Clodomira y el grupo de jóvenes que están junto a ellas son traicionados por el más duro y más fuerte del grupo, son delatados y entregados a los esbirros. En este caso específicamente me interesaba la psicología del delator, del cobarde, de ese macho que se vuelve más endeble que todos y sin embargo estas dos mujercitas, una guajirita analfabeta y la otra, una pobre mujer, ama de casa, sencilla, se convierten en dos heroínas que son capaces de morir por guardar el secreto de su ideología, de su razón de lucha, esas paradojas me interesan muchísimo en la vida. La película es casi sobre el delator.
“Tiempo de amar (1981) es una película que trata un poco la contradicción del héroe de todos los días, del hombre sencillo, del joven estudiante, de una extracción pequeño burguesa, que ama y sueña como cualquiera, como sus amigos, uno que es boxeador, el otro cocinero, en fin cada uno en su mundo como seres humanos, hasta el pobre relojero que parecía un cobarde es un tipo que llegada la hora se convierte en un ser extraordinario. Entonces me interesaba ese héroe cotidiano que cocina, que ama, que compone relojes, que tiene miedo, amor, sueños, que quiere regresar a sus sueños, que no está todo el tiempo encaramado en la trinchera gritando «arriba la revolución», él la esta haciendo con su vida cotidiana y con su pequeño y minúsculo sacrificio de todos los días. Luego, ya ves en el caso de Rachel, protagónico de La Bella del Alhambra (1989), es la república, es Cuba ni más ni menos”.
¿Esta mezcla de ficción y documental también estará presente en Te espero en la eternidad, la nueva propuesta de Barnet?
―Sí, absolutamente, esta película es casi una apuesta. Alguien terco y con mala intención me dijo que el ICAIC no tenía transporte para hacer una película; esto fue hace como seis años, y salí al jardín de este edificio donde estamos conversando tú y yo hoy (23 entre 8 y 10) y empecé a apuntar para la acera del frente y dije «sin transporte tiene que ser aquí en la cuadra», señalé para el edificio 23 y 12, y determiné que sería en el último edificio del Vedado, en el ultimo piso, en el último apartamento, así que no necesitaré transporte.
“Y así fueron apuestas tras apuestas, «no va a ver madera, no va a ver vestuario». Esta historia es exactamente la historia del fenómeno más dramático que sufre la familia cubana, que es la separación, el lema de este largometraje viene de José Martí: «que triste está la cena cuando falta uno de los hijos»”.
¿No tiene temor de repetirse al tratar un tema que se ha llevado al cine en varias ocasiones? ¿Qué nueva mirada nos propone?
―No, en lo absoluto, estoy mirando este núcleo familiar tan apretado en una sola locación y lo estoy tirando contra la calle, está la calle 23 toda documental y la casa toda ficción.
“Está en un punto muy importante, la esquina 23 y 12 que es casi una brújula, tenemos por arriba el cementerio, la muerte, por abajo, el mar, la vida, por la derecha tenemos la ciudad que crece, por la izquierda el río, los ancestros, el origen. Es como una brújula que esta señalando todos los puntos posibles para la vida. Es un filme de mucha semiótica, muchos signos y carga, para mí no se parece a nada”.
¿Quiénes conforman el elenco de Te espero en la eternidad?
―El elenco es tremendo, es Verónica Lynn, esa actriz que me hizo la madre de Rachel en La Bella del Alhambra, pero además es la actriz que hizo mi primer documental en 1963, Aire frío, de manera que está muy vinculada a mi vida artística; Héctor Noas que es hoy una actor consagrado pero que fue un alumno muy querido que ya hoy me puede dar clases a mí, tengo la suerte de contar también con Broselianda Hernández, que es una criatura extraordinaria, de una ductilidad, sensibilidad, inteligencia y gracia tremenda, está un joven que ha sido mi alumno pero que tiene mucho talento, que desborda en el cine en particular porque hace muchas cosas a la vez, es Ismael Diego, que además es el hijo del que fue mi gran asistente de dirección y que después fue un cineasta muy conocido Rapy Diego y por otro lado trabaja un niño, Robertico Díaz, de siete años, que es un primor de muchacho sobre todo porque es de verdad un niño y es un artista.
“Por otra parte tengo un staff muy bueno, en la fotografía tengo a Pablo Mazip, uno de mis alumnos más queridos y lo tengo junto a Raúl Rodríguez Cabrera, que es el maestro, esos dos son una fusión tremenda.
“Tengo a Abel Calderón en el sonido, a Nieve Laferte en la dirección de arte, una maestra, un músico encantador Kico Farsas, que tiene una cabeza de vanguardia; un editor magistral con el que hice algunos cortos importantes de mi trabajo independiente digital, Pedro Suárez; una directora asistente que es una maravillosa herencia, tuve una gran asistente que no olvido, la cual ya no está, y para quien va dirigida esta película, se llamó Tania Carvajal, y cuando ella ya sabía que se iba ir de paseo, me dijo «te voy a dejar una herencia importante, quiero que tengas de directora asistente a otra Tania, Tania Ceballos». Y para colmo mi productor es nada más y nada menos Santiago Llapur, que ha sido productor de muchos de mis trabajos independientes, de una creatividad y talento extraordinario, al fin haremos una película juntos, cosa que nos habíamos estado prometiendo hace años”.
¿Por qué después de tantos años sin filmar en Cuba escoger precisamente Te espero en la eternidad y no otros proyectos que llevan engavetados bastante tiempo como Bolero…, Verde verde..?
―Primero, no hay nada más importante que hacer lo necesario en el momento oportuno, cuando la actual dirección del ICAIC decidió que yo hiciera de nuevo una película en Cuba, me dijo que escogiera y no puedo tirarme con imposibles, en estos momentos la economía de nuestra institución no está en condiciones de empeños mucho más complejos, hay coproducciones interesantes y que valen la pena, pero hay muchas que según yo entiendo le venden su alma al diablo, y como yo no estoy dispuesto a vender mi alma al diablo, ni siquiera a los santos, pues simplemente decidí tirarme con el más modesto de los guiones, con Te espero en la eternidad, que por cierto es un título que no tiene nada que ver con la canción de Guzmán, a quien yo tengo con gran amor en mi memoria; fuimos excelentes amigos, pero el título simplemente es una coincidencia.
Ante la hegemonía del cine de Hollywood, ¿considera factible un cine alternativo?
―Creo en el cine bueno, me da lo mismo cuando es alternativo que cuando está inmerso en la jungla de Hollywood o cualquier otra jungla, el problema es que sea un cine auténtico, que sea lo que uno quiere decir en la forma que uno lo quiere decir, con las posibilidades y los recursos que se tengan.
“Yo no me caso con ninguna sola idea, no me meto en jaulas, no me meto en cajas, no me meto en moldes.
“Pienso que el cine alternativo es posible y muy necesario, creo que dentro de todas las tendencias siempre hay posibilidades ricas, interesantes y constructivas posibles”.
¿Qué piensa de los temas y la forma de hacer cine de los nuevos realizadores cubanos?
―Primero, amo a la juventud, pero esto no quiere decir que yo desprecie la madurez y la experiencia; es extraordinario cuando todo tiene su lugar y cuando todo es capaz de mezclarse y mutuamente enriquecerse. Es maravilloso que surja este movimiento de cine joven, los aplaudo, los abrazo con calor, los estimulo y realmente me hace muy feliz, pero al mismo tiempo ―y lo dije hace poco cuando me tocó presentar la cinta La pared, de Alejandro Gil―, lo más hermoso que tiene todo esto es que se derrumben los muros.
“Creo que había un muro invisible que dividía a los realizadores, los artistas del ICAIC de los creadores que estaban agrupados en la televisión o en el cine educativo, en fin, había muros que los separaba, que de alguna manera eran exclusiones o discriminaciones.
“Es como decir antes y después, el ICAIC ha sido un centro muy importante de producción cinematográfica, ha hecho una labor excepcional en todos los años de cultura cubana y cinematográfica, es una institución recordada, reconocida y aplaudida por todas las generaciones y en todos los lugares, pero al mismo tiempo no es el único y antes de existir el ICAIC se hicieron algunas películas importantes en Cuba, dadas las circunstancias y el momento histórico en que se hicieron, hay filmes y realizadores muy significativos.
“Es importante no solo el antes, sino el ahora y en otros lugares, creo que dondequiera que exista un realizador de cine cubano es un enriquecimiento para este cine, que dondequiera que esté sea expresión de una cultura nacional, expresión de una nación, única, indivisible que se ama y se conoce a sí misma”.
¿Nuevos proyectos?
―Sí, proyectos que a lo mejor no alcanzo a terminar, pero sí, quizás si aprieto como en el año 1963 que fue tan pródigo. Quisiera hacer Verde verde, que es un golpe muy necesario y urgente a la homofobia para Cuba y para el mundo entero, porque eso de las nuevas leyes más tolerantes no se lo cree nadie como no se cree nadie que no existe la discriminación racial, o de la mujer, son elementos que aún están vigentes en las sociedades.
“Todavía hay ferocidades, aún estamos cazando brujas, todavía se queman pensamientos e ideas, de manera que Verde verde sería una película muy importante.
“Me gustaría también hacer Bolero rosa, Nostalgia rosa, esa película tan soñada que la voy a hacer un día, ese sería el ultimo aldabonazo.
“También quiero hacer un proyecto muy hermoso basado en un guión de Rosa Ileana Boudet que se llama Nora@direccionequivocada que es un filme que puede ser riquísimo, justamente esta la haría con Broselianda Hernández y Bolero… la haría con mi Beatriz Valdés.
“En fin, hay muchos proyectos y también documentales, quiero hacer Vodkafé, sobre los amores rusos cubanos, lo que quedó por encima de los partidos, de la política, de las tendencias y las guerras, el amor de la gente que me parece tan importante.
“Está pendiente una larga colección que se llama Memoriarte que no es ni más ni menos que rescatar las memorias de todos los cineastas cubanos que estén donde estén, y que tengan la especialidad que tengan, merecen que esa historia nuestra no se borre.
“Tengo 55 horas de video de la puesta en escena del Teatro Buendía de Flora Lauten con la obra Marat Sade y tengo todo el proceso desde la concepción de la idea hasta el estreno de la obra, lo que me queda solamente es montarlo.
“Entonces nuevos proyectos y sueños tengo muchos; también hay de talleres, de escuelitas que ojalá con mi resistencia alcance a terminar”.
Premios
Premio Goya de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España, 1990, aspirante al Oscar a mejor película extranjera, 1991, Premio Mano de Bronce en Festival Latino de Nueva Cork, 1991y del Premio Pitirre en Festival Cinemafest de San Juan, Puerto Rico, 1991, Premio Nacional de Cine, 2006.
Filmografía
1961
El maestro del Cilantro. Documental 20' (Actor)
1962
La Gran Piedra. Documental 10' (Dirección)
1963
Giselle. Ficción 90'. (Guión y Dirección)
Soy Cuba. Ficción 110' (Coguionista)
Aire Frío. Ficción 20' (Dirección)
Fuenteovejuna. Ficción 10' (Guión y Dirección)
1964
Crónica Cubana. Ficción (Coguionista)
Cosmorama. Experimento visual y sonoro 5' (Dirección)
1967
David. Documental 90' (Guión y Dirección)
1968
Che. Documental 73' (Dirección)
1969
Juventud, rebeldía y revolución. Experimento 30' (Guión y Dirección)
Guillén. 10' (Dirección)
1970
El Ñame. Documental 10' (Guión y Dirección)
M-S (Mejor Servicio). Documental 10' (Guión y Dirección)
1974
Rodeo. Documental 20' (Guión y Dirección)
1975
Mella. Ficción 110' (Coguionista y Director)
Versos sencillos. Documental 17' (Guión y Dirección)
1977
Rostros del Báltico. Documental 10' (Dirección)
1979
Aquella larga noche. Ficción 110' (Coguionista y Dirección)
1981
Tiempo de amar. Ficción 90' (Coguionista y Dirección)
1989
La bella del Alhambra. Ficción 108' (Coguionista y Dirección)
1990
Ensayo romántico. Documental 30' (Guión y Dirección)
1997
First. Ficción experimental 10' (Guión y Dirección)
El camello en el ojo de la aguja. Ficción experimental 7' (Guión y Dirección)
1998
Angelito mío. Ficción 110' (Coguionista y Dirección)
2000
Los tres juanes. Ficción 13' (Guión y Dirección)
Somos arte. Serie de arte 1' cada uno (Guión y Dirección)
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