jueves, 25 de abril de 2019

Assange, ¿hacker o periodista?


Por: Aday del Sol Reyes

Julian Assange desnudó la hipocresía de los grandes grupos mediáticos, reveló los crímenes atroces de Estados Unidos y sus aliados en guerras irracionales, pero también transformó el modo de contar la verdad. Por esta razón, soportó casi siete años de un exilio que, podría decirse, dignificó el periodismo mundial.

Como si fuera poco, más de una decena de instituciones internacionales premiaron al fundador de WikiLeaks con altos galardones por su ejercicio periodístico y fue promovido para el premio Nobel de la Paz.

Para vergüenza de algunos medios, puso a los mayores poderes del mundo de cabeza cuando los destapó en su esencia criminal.

A partir de su arresto, el pasado 11 de abril, sus captores, en un intento de masacrar su imagen, lo juzgan como un vulgar hacker, descalificando su compromiso como periodista.

Aunque en el 2010 Assange fue entrevistado por los grandes medios y visto como un paladín de la libertad de expresión, ahora se trata de banalizar la noticia sobre su detención. Se le acusa de mal comportamiento en la embajada, disfrazando la seria violación de sus derechos humanos y la arbitraria cancelación de su asilo político y ciudadanía ecuatoriana.

El analista español Fernando Casado, entrevistado en el programa EnClave Política de TeleSur, subraya que el cambio de bola va más allá de haber revelado documentos. Destaca que su situación se complica cuando se atreve a criticar a gobiernos occidentales y a glorificar a líderes de izquierda que están en contra de las políticas neoliberales en su gestión de gobierno, como es el caso de Correa.

Para el periodista y escritor argentino Sebastián Lacunza, actualmente existen nuevas tecnologías disponibles que usan los Estados y los medios de comunicación, que cambian las rutinas. “Se puede ser un poco de hacker y periodista, pero lo que debe definir a un periodista es la voluntad de comprobar el material que tiene en la mano en busca de la verdad, aportar elementos y hacer un texto válido para el público”, señaló.

No obstante, enfatiza Casado, si conceptuamos a Assange como un hacker, tendríamos que decir que Bob Woodward y Carl Bernstein, con el escándalo del Watergate, también son hackers, y que todos los que hacen periodismo de investigación son hackers. “Lo que hace WikiLeaks es filtrar en bruto millones de documentos, que después se deben analizar, procesar, contextualizar y publicar, y eso hicieron en 2010 los diarios que ahora critican a Assange, como El País, The Guardian, Le Monde Diplomatique... Sin embargo vemos que, ahora se pliegan a esa tesis de que Assange es un hacker y hasta una piedra en el zapato.

“El problema es que el ciberactivista ha roto con la imagen de los Estados Unidos. Nunca más podrán decir que no ha habido una injerencia directa en los gobiernos a lo largo y ancho del mundo. Incluso, existe un cable que destaca a Lenín Moreno como un operador entre bastidores, un hombre de confianza para la embajada de Estados Unidos", concluyó.

Es que son cuatrocientos mil reportes sobre la guerra de Irak, 90 000 sobre la guerra en Afganistán, 800 desde la prisión de Guantánamo y el "cablegate", con más de 250 000 comunicaciones hacia Washington desde embajadas estadounidenses en más de 90 países, entre ellos varios latinoamericanos.

Sin lugar a dudas, la envergadura de estas filtraciones le pone precio a la cabeza de Assange, al tiempo que el moderno gigante de las siete leguas aprovecha para dar una lección ejemplarizante a cualquiera que intente socavar sus intereses hegemónicos.

¿Hacker o periodista? Una cosa o la otra, o ambas, no harán que desaparezcan los reconocimientos recibidos por Assange en su lucha a favor de la libertad de expresión, de la libertad de prensa y de los derechos humanos en general (Premio Amnistía Internacional de los Medios Británicos en 2009), ni el impacto mundial que generaron sus revelaciones.

En su momento, los grandes medios de comunicación usaron la información revelada por el fundador de WikiLeaks, lo que los convierte en cómplices. Deberían, en vez de divulgar videítos tontos del "villano" montando patineta en la embajada de Ecuador en Londres, generar presión para evitar la extradición a Estados Unidos del ciberperiodista más importante de la época.

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