Por Aday del Sol Reyes
Para el escritor irlandés, George Bernard Shaw, "las modas no son otra cosa que epidemias inducidas". Lamentablemente la gran mayoría de los jóvenes no piensan lo mismo, y son arrastrados por el poder de la publicidad, que les condiciona el gusto y el bolsillo.
Basta con detenerse a pensar cuántos millones de dólares invierten anualmente las grandes marcas de lujo en las campañas de publicidad enfocada al mundo de la moda con el único objetivo de posicionar con éxito sus productos en el mercado.
Para sus costosas campañas escogen importantes personalidades (artistas, deportistas, presentadores), quienes exhiben sus diseños en diversos medios y espectáculos. En cuestión de días los fanáticos de esos "líderes de opinión" caen en la trampa y hacen lo posible y lo imposible por imitar su apariencia.
Es tan fuerte el poder hegemónico que ejerce la moda que se ha convertido en un mal internacional y llega hasta los países subdesarrollados, envolviendo en su aureola manipuladora a los más jóvenes. La gran mayoría quiere lucir igual que el artista millonario foráneo que está en la última sin darse cuenta que su realidad, clima, costumbres y poder adquisitivo, en la mayoría de los casos, son bien diferentes.
Recordemos aquello de que el cambio de moda es el impuesto que la industria del pobre carga sobre la vanidad del rico, una de las frases célebres de Chamfort, el reconocido académico francés.
La moda incluso traspasa el ámbito del vestir y ha llegado al cuerpo. Tatuajes, piercings, pueden resultar muy llamativos en la piel de una jovencita, pero dichos adornos, como la moda misma, son efímeros. Habrá que ver con el paso de los años qué quedará de esos dibujos y figurillas que hoy adornan brazos, piernas, nalgas, senos y pelvis.
Y ni hablar de la obsesión de las mujeres por agrandarse los senos porque ese tema llevaría otro post. Lo resumo diciendo, que para muchas usar menos de la talla 36 se ha convertido en una preocupación.
Otra tendencia es la de usar pantalones extremadamente anchos que cuelgan por debajo de las caderas para dejar ver, con toda intención, la ropa interior en los que sobresale la marca que identifica a los nuevos doctores Parlov de la banalidad.
Quizás muchos no estén de acuerdo conmigo, pero pienso que la última moda, además de reflejar nuestra identidad, ha de ser aquella que mejor se adapte a las características individuales de cada uno y lo más importante, aquella que puedas adquirir según tus ganancias.
La cura de la epidemia a la que hace referencia Bernard Shaw pasa por la conciencia de saber hasta dónde se nos manipula y se nos convierte en víctimas de lo superfluo y banal en pos de los intereses comerciales ajenos.
En fin, de lo que se trata es de ser uno mismo, de escapar del redil, o lo que es lo mismo de guardar, de una vez por todas en el escaparate el uniforme de los tontos.
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