Purpurita, modela con su vestido blanco de novia. Yasmany, prometido de Purpurita, un poco atrás luce un traje negro |
Este 17 de mayo se celebró en Cuba el Día Mundial contra la Homofobia. Es cierto, que se ha avanzado bastante en cuanto a la tolerancia y el respeto a la diversidad sexual, pero aún quedan cuestiones que resolver como: que Purpurita y Yasmany puedan legalizar su relación: (VEA VIDEO de esta pareja homosexual más abajo)
"La aprobación en Cuba de las uniones civiles entre personas del mismo sexo beneficiaría en términos jurídicos a un grupo numeroso de cubanas y cubanos. Aunque sería comparativamente con las uniones heterosexuales una minoría, redundará en el reconocimiento de un derecho humano de un grupo de personas que sufre de discriminación y de exclusión. Estos beneficios también son psicológicos, no solo para las personas homosexuales, sino también para sus seres queridos que también son víctimas de la homofobia. En el contexto ideológico y político no tengo la menor duda de que sería un aporte democrático e inclusivo a la esencia humanista de la Revolución Cubana. Será sin dudas una rectificación real, sobre esta temática, de las políticas aplicadas en los primeros 50 años de Revolución". (Dr. Alberto Roque Guerra. Presidente de la sección Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) y colaborador del CENESEX.
Video: Purpurita y Yasmany aún no se pueden casar:
VIDEO: La conga contra la homofobia celebrada en Cuba
Recomiendo leer entrevista:
Paquito el de Cuba: Revolucionario y gay
El periodista cubano Francisco Rodríguez Cruz ha sorprendido a más de uno con su blog Paquito el de Cuba. La naturalidad con que habla de temas “espinosos”, la autenticidad de su discurso, y su talante de polemista, le han granjeado numerosos seguidores… y también algunos detractores.
Por Yuris Nórido/Especial de www.cubasi.cu
12/05/2010
Para todos sus amigos y compañeros de trabajo, Francisco Rodríguez Cruz es Paquito. Para los que han descubierto su blog en la web es, además, Paquito el de Cuba. Él mismo se presenta en su bitácora, con una parrafada que tiene mucho de declaración de principios:
«Soy Paquito, el de CUBA; martiano y periodista; comunista y gay; ateo convencido y supersticioso ocasional; padre de un hijo varón a quien adoro y pareja desde hace casi siete años de un hombre seronegativo que me ama; paciente de SIDA desde el 2003 y sobreviviente por más de cinco años a un linfoma no Hodgkin; profesor universitario y alumno de la vida; seguidor de los temas económicos cubanos y apasionado devorador de literatura universal; opinático incontinente y beligerante mesurado; amigo de mis amigos y compasivo con mis enemigos; equivocado muchas veces y arrepentido nunca; optimista empedernido y entusiasta eterno; vivito y coleando; en fin, otro tipo normal y corriente, que quiere compartir contigo su historia, opiniones y anhelos…»
Después de leer algo así, a uno no le queda más remedio que seguir leyendo.
Los seguidores habituales del periódico Trabajadores reconocen en Francisco Rodríguez Cruz a uno de sus más habituales comentaristas, especialmente en temas económicos y laborales. Pero, como su presentación sugiere, Paquito el de Cuba se ocupa en su blog de otro asunto, menos ventilado por los medios en la Isla: el hecho de ser homosexual y paciente de SIDA en Cuba, con todas las peculiaridades que tal circunstancia implica.
Se trata, hasta cierto punto, de una historia de vida, la suya, contada con una sinceridad y un desprejuicio que a algunos pudiera parecer casi desparpajo, pero que para otros es testimonio de valentía y autenticidad.
-¿Por qué decidiste abrir un blog? ¿Por qué decidiste abrir este blog?
-Parte de la respuesta está en la presentación del blog, que es en esencia una crónica que hacía tiempo quería escribir, pero que sabía que no iba a publicar en ningún medio de prensa. Eran cosas que sentía la necesidad de decir, y también me parecía que hacerlo podía ser importante, interesante para otras personas.
«Se trata de demostrar que en Cuba es posible ser homosexual, paciente de sida, periodista, revolucionario, comunista y todas las demás cosas que digo (algunas, para cierta gente, contradictorias) sin que signifiquen un trauma. Mi historia personal, mi experiencia, es la prueba.
»Pero también hay otra razón, de mucho peso: yo escribo para mi hijo Javier, que tiene solo 10 años, para que en algún momento, cuando llegue la hora, encuentre todas las explicaciones que se merece. Dejarlo todo por escrito (yo me las arreglo mejor escribiendo que hablando), pudiera ayudarlo a entender. Esa conversación con Javier es la única cosa que tengo pendiente de todo este proceso de auto-reconocimiento.
»Cuando entré en Facebook, hace algún tiempo, encontré allí a algunos amigos de la universidad, de la Lenin, gente que había dejado de ver hacía tiempo y que aprecio, independientemente de que algunos no comparten mis opiniones. Esa fue otra motivación: contarles qué había sido de mi vida, hablarles de mis motivaciones, darles mis razones… »
-Algunos se habrán sorprendido bastante…
-De todo hubo, sí. Algunos se sorprendieron, otros se entristecieron, otros se encabronaron… Pero la mayoría me felicitó, me apoyó, se solidarizó conmigo.
-Dices que tenías necesidad de hablar de esas cosas, y que te parecía útil hacerlo, pero podías haberlo hecho en tercera persona…
-No hubiera sido lo mismo. Creo que un blog como este, para que funcione, debe ser escrito desde la autenticidad, es la manera más efectiva de que el mensaje llegue. Tenía que escribirlo en primera persona, porque se trata de mi experiencia, no de lo que alguien me contó.
«Todo esto fue premeditado, pero sin alevosía: antes de abrir el blog, me senté y escribí lo que me proponía y lo que no me interesaba, y medité sobre la mejor manera de alcanzarlo.
»Me pareció perfectamente factible escribir un blog así, que hablara de la diversidad, de temas que muchas veces se silencian. Y escribirlo desde el compromiso».
-¿Hasta qué punto sientes que hablar de esos temas desde la experiencia personal vulnera tu intimidad, te expone? ¿Lo asumes como un mal necesario en pos de que tu mensaje llegue?
-Yo no tengo ese problema. Sé muy bien qué contar, hasta dónde llegar. Lo que digo no es nada que oculte, ni tampoco que me avergüence. Algunos amigos, con muy buenas intenciones, me han dicho que no era necesario dar tales y más cuales detalles, hablar de ciertas cosas; yo los comprendo, pero también creo que no digo nada que me traicione. Además, este es mi blog, mi espacio, mi bitácora personal, el lugar donde escribo lo que creo conveniente, lo que siento.
-¿Y qué hacer cuando tu historia se entrelaza con la de terceros?
-Eso es más complicado. En mi familia casi todos saben que este blog existe, algunos lo han leído y otros no, porque no tienen acceso a Internet.
«El hecho de que se trate de Internet, ayuda. Otra cosa sería hablar tan abiertamente en otros medios, como la televisión. No me gustaría, por ejemplo, que mi hijo se enterara por televisión de cosas que tengo que decirle yo.
»De cualquier forma, a la hora de hablar de otras personas, soy muy respetuoso, muy cuidadoso. Casi nunca utilizo nombres –ni siquiera el de mi pareja-, no tengo derecho a hablar en lugar de otros… »
-¿El blog te sirve como terapia?
-De cierta forma, sí. Me siento muy tranquilo, alegre... Siento mucha paz espiritual. Además, he aprendido mucho. He hecho nuevas amistades, se me han abierto caminos.
«Por supuesto que también he recibido mensajes negativos, hasta insultos. Pero en sentido general, está siendo una experiencia enriquecedora.
»Una de las cosas que más gracia me da es la reacción de alguna gente de mi entorno, que no se atreve a hablarme abiertamente del tema, pero que yo sé que leen el blog. Uno nota que les cuesta abordar con naturalidad el asunto, incluso que les choca, pero de alguna manera te muestran su apoyo: una sonrisa, una mirada significativa…
»Hasta para mi trabajo diario me ha servido el blog. Algunos de los temas de las columnas que escribo para el periódico han salido de las respuestas a los comentarios que escribe la gente».
-Hablando de comentarios, muchas veces no tienen nada que ver con lo que escribes. Uno tiene la impresión de que se trata de un foro paralelo, donde se discute de temas que trascienden tu propuesta.
-Es cierto. A veces resulta un poco molesto. Resulta que la agenda de discusión de esa especie de foro no la pongo yo, sino algunos lectores que casi siempre tienen posiciones críticas con la Revolución. Y como me he propuesto no dejar nada sin respuesta, porque tengo argumentos para responder, termino dedicándole más tiempo a polemizar con ellos que a escribir los posts.
-¿Te resulta frustrante?
-Más bien me resulta aburrido, agotador. Regodearse en esas discusiones no es la prioridad del blog. Pero he terminado por resignarme y sacarle provecho.
-No obstante, no suprimes ningún comentario.
-Desde el principio me propuse no hacerlo. Sé que es un arma de doble filo. Algunos colegas me han dicho que al permitir toda clase de comentarios, incluso los que no tienen nada que ver con los temas que propongo, estoy dejando que los lectores me manipulen. Desde un punto de vista, tienen razón, yo mismo noto esa intención en algunos comentaristas.
«Otros alegan que dejando que escriban lo que quieran, le estoy dando espacio y voz a visiones que no suscribo. Es otro punto de vista. Y creo que tiene cierta lógica. Pero no lo comparto porque de todas maneras esos criterios, esos ataques, están en la web, a la vista de todos. Que los suprima yo en mi blog, no significa que dejen de existir. Me parece más efectivo publicarlos y responderles, no desde el ataque y la retórica vacía, sino con argumentos.
»Soy consciente de que ese es uno de los atractivos del blog. Saber que van a ser publicados, aún cuando no compartan mis posiciones, hace que se sientan cómodos en el debate.
»De todas formas creo que todo el mundo tiene derecho a manejar su blog como quiera. Lo cierto es que tener que dar respuesta a tantos comentarios agota, y no dudo que esa sea una de las causas de que algunos colegas prefieran suprimirlos. Pero en mi blog pongo yo las reglas, porque soy el dueño del show. Y me gusta tener siempre la última palabra».
-¿Te consideras buen polemista?
-Creo que con esta experiencia he tenido un gran adiestramiento. Noto que muchos de los temas de esa agenda de discusión que hasta cierto punto me imponen, obedecen a una estrategia. Hay verdaderos profesionales. Por eso me parece importante enfrentarla con argumentos sólidos. Pero los comentarios son a veces tan agresivos y poco matizados, que corro el riesgo yo también de volverme agresivo, de radicalizarme. Y es algo que no me puedo permitir. Porque evitándolo, los pongo a ellos mismos en evidencia. Hago entonces un ejercicio de contención, reflexiono y respondo con serenidad y mesura, sin dejar de ser firme en mis opiniones.
«No he sido irrespetuoso con nadie, ni con los que me insultan, que en realidad han sido pocos. Publicando sus insultos también, de alguna forma, los pongo en evidencia. Hasta el punto que mis propios críticos se ponen a mi favor contra las vulgaridades».
-¿Hasta qué punto lo que escribes en el blog ha llegado a condicionar tu trabajo como periodista? Porque no son esos precisamente los temas que abordas en el periódico. ¿Sientes esa dicotomía?
-No me siento incómodo, porque creo en la necesidad de espacios diversos. Uno no habla las mismas cosas en el trabajo que en la casa, con tus compañeros que con tus amigos. Yo tengo cosas que decir, y también tengo el privilegio de tener varios lugares para decirlas; lo hago donde sea más conveniente: en una columna del periódico, en Haciendo Radio (soy comentarista de ese programa), en mi blog o en una asamblea. En mi blog escribo para determinado público, con determinados objetivos. Lo que sí sucede es que a veces esos ejercicios se complementan.
-De cualquier forma eres un periodista reconocido. Es más -y esto probablemente no lo sepan muchos de tus lectores- eres jefe de Información de un periódico de alcance nacional. ¿Has recibido algún tipo de regaño de tus superiores por escribir lo que escribes? ¿O una sutil sugerencia de que no es conveniente que lo hagas de tal o más cual manera?
-Más bien todo lo contrario. Las señas han sido más bien alentadoras. Y no solo en el ámbito del periódico. Parto del convencimiento de que nada de lo que escriba un revolucionario es contrarrevolucionario. Y también creo que hablar con franqueza de los problemas, de las cosas que no hemos resuelto, lejos de debilitar, fortalece a la Revolución.
-¿Has pensado en trascender el blog y reunir estos textos en un libro?
-No creo que dé para tanto. Este no es un blog periodístico, ni tampoco un blog literario.
-Pero es obvio que te preocupas por la forma.
-Eso es cierto. Trato de escribir con el mayor decoro posible. Pero para escribir un libro se necesita una disciplina que no tengo. Es más, creo que escribo tanto porque soy muy vago, y entonces me lo impongo como un deber. En eso el blog me ha ayudado un poco, he ganado en sistematicidad. Antes, por ejemplo, escribía poesía (en el blog hay algunas), pero dejé de hacerlo porque la poesía en mí surge de la infelicidad. Ahora estoy feliz, y escribo este blog. Sé que le falta mucho para ser bueno. Partiendo del hecho de que mis destrezas informáticas no son lo suficientemente sólidas como para aprovechar todas las posibilidades que ofrece Internet en materia de multimedia. Aquí prevalece la palabra escrita, en ese sentido sigo siendo un hombre del XIX.
-¿Hasta qué punto has logrado lo que te proponías? ¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción?
-El otro día se me acercó una colega y me contó que a su hijo le habían diagnosticado VIH. Me dijo que la primera terapia que se le ocurrió fue sentarlo delante de la computadora, para que se leyera mi blog de punta a cabo. Me satisfizo mucho, sentí que solo por eso ya vale la pena hacerlo.
-Aunque en el intento desconciertes a unos cuantos…
-Por supuesto. El desconcierto también es parte del asunto. Mucha gente se desconcierta leyendo el blog, pero el caso es que lo lee, y por lo menos se entera de cosas… Tengo en la manga un par de historias que van a dejar a más de uno con la boca abierta.
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Francisco Rodríguez Cruz es licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana en 1993, como mejor graduado de su curso. Comenzó a laborar en Trabajadores, en temáticas de la economía sectorial y global. De 1998 al 2002 fue directivo en la Administración Tributaria cubana y dirigió una publicación especializada en temas fiscales. Hasta el 2008 escribió sobre ciencia y técnica, así como de otros aspectos de la vida política, social y sindical en la redacción nacional. En estos momentos funge como jefe de Información del periódico. Ha recibido varios galardones, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez.
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