viernes, 5 de abril de 2019

CINE 2019: La mula, otra buena de Clint Eastwood




Por: Aday del Sol Reyes


En La mula, la nueva película dirigida y protagonizada por el inoxidable Clint Eastwood, uno se percata de que hay actores que parecen incansables. Eastwood, sin lugar a dudas, es uno de ellos. Vuelve a dirigirse a él mismo por sexta vez, para estrenar en este 2019 una cinta contada desde la vejez —a sus 88 años—, pero llena de energía.

El filme, inspirado en hechos reales y conocidos desde la publicación de varios artículos en el diario The New York Times, relata la historia de un octogenario, veterano de la guerra de Corea y floricultor, que se ve en apuros cuando su pequeño negocio quiebra. Aparentemente, se le ofrece un trabajo fácil: solo requiere conducir. Pero, sin saberlo, se convierte en traficante de drogas del Cartel de Sinaloa.

En la cinta Eastwood interpreta a Earl Stone, apodado «El Tata» por los narcos, quien, en breve tiempo, se convirtió en uno de sus choferes estrellas, distribuyendo toneladas de drogas a lo largo de los Estados Unidos, hasta que fue apresado por un policía (Bradley Cooper) de la DEA (Administración para el Control de Drogas​) con más de 100 kilos de cocaína que transportaba en su camioneta.



En la primera escena del filme, el director nos muestra a la hija de Earl a punto de casarse y nerviosa ante la ausencia del padre, quien olvida la ceremonia porque está disfrutando de una convención de floricultores. Este descuido imperdonable le cuesta 12 años sin hablar con su hija, exmujer y nieta. Se muestran aquí las dos caras de una persona que, como dirá él mismo casi al final del filme, ha priorizado siempre las obligaciones (auto)impuestas por sobre sus responsabilidades familiares.

El segundo tiempo es dedicado a su introducción y «éxito» en el mundo del Cartel. Un poco ajeno al riesgo que corre durante las tres primeras entregas, el viejo Earl poco a poco se percata de que los hilos del mundo contemporáneo se mueven hacia direcciones muy distintas a las de antaño. Es ahí donde enriquece los diálogos con algunos toques de humor y aprovecha para criticar el papel dominante que ejerce la tecnología en las nuevas generaciones. Un momento importante es cuando expresa: «El problema de esta generación es que no son capaces de hacer nada si no lo buscan en internet, ¿será que no tienen una vida más allá del teléfono?».

Un tercer tiempo es dedicado a la muerte de su exesposa, las paces que logra hacer con su familia y, finalmente, su captura.

La mula es un filme extenso, sin embargo no aburre. Es extenso para narrar cada paso del proceso retrospectivo de un hombre que, en medio de la soledad y la ancianidad, hace un repaso de su vida y busca el perdón de su familia, al tiempo que se adentra en el narcotráfico. Con toda intención la narrativa pausada pone al descubierto la profundidad psicológica de los personajes y la fuerza dramática y humana de los conflictos planteados.

El tiempo es lo único que no puede comprar el dinero. Es uno de los mensajes que nos deja la película. Lo novedoso, si se podría llamar así, es que Eastwood no filma a un «héroe», sino a una persona común, imperfecta, llena de contradicciones, arrepentimientos, miedos, deseos de vivir lo que queda, ayudar a los suyos y hasta aconsejar a los narcos.

Ojalá y no sea la última entrega de Eastwood, pues no abundan los actores como él, capaces de hacer westerns, ser un referente mundial de este género y del cine policíaco y luego convertirse en un realizador que toma riesgos personales en cuanto a producción y puede exitosamente —en varias ocasiones— protagonizar y dirigirse a sí mismo en obras maestras de la cinematografía como: El gran Torino (2018), El intercambio (2008), Million Dollar Baby (2004), Mystic River (2003), Los puentes de Madison (1995) o Sin perdón (1993).

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