Por: Aday del Sol Reyes
Las largas ovaciones al concluir las tres funciones de la Cenicienta descalza de Maillot fue el eterno agradecimiento del público a esta puesta sencillamente maravillosa. |
El ballet de
Montecarlo presentó en La Habana durante el pasado fin de semana una versión de Cenicienta, que resultó
atrayente por su austeridad escénica y su marcada línea
contemporánea.
Como parte del
Festival de Teatro, que cerró telón este 31 de octubre, esta compañía de 50 bailarines de más de 20
países y con la princesa de Mónaco Carolina Grimaldi de madrina regaló a los cubanos
una versión sui generis y atrevida, que no solo introdujo cambios en la
historia de los alemanes Jacob y Wilhelm Grima sino también en el propio ballet,
sus bailarines y en su proyección artística.
Con una
escenografía minimalista, funcional y genial, un diseño de vestuario
revolucionario y una iluminación que forma parte esencial y determinante en la
decoración de casa escena el ballet de Montecarlo nos robó el corazón y la
atención en sus 3 actos.
Fuimos testigos no solo de una Cenicienta sin zapaitllas sino también de una puesta exquisita,
casi teatral donde no faltó la técnica (hay talento suficiente en esta
compañía), pero, indudablemente, la versión coreográfica de su director,
el ex bailaríen francés Jean-Christophe Maillot, fue la verdadera y única diva
en el escenario.
El ballet Clásico de Montecarlo fue
fundado en 1936 pero tras unos años de declive resurgió 1985 por voluntad de la
princesa Carolina, quien logró fuera nombrada como compañía oficial del
Principado de Mónaco, ciudad-estado de Europa Occidental fronteriza con Francia
y ubicada entre el mar Mediterráneo y las bajas estribaciones de los Alpes.
PD: Me gustaría
ver próximamente algo así de atrevido y moderno
en la compañía de Carlos Acosta. Sin desdeñar lo clásico, pero donde la
danza y sus bailarines se parezcan más a estos tiempos.
FOTOS de YURIS NÖRIDO publicadas originalmente en CubaSí
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