Por: Aday del Sol Reyes
«Playa, playa, piscina, piscina», se escucha a todo volumen desde el
súper equipo de mi vecino Tin (el nuevo rico). Las paredes tiemblan y a
los vecinos se les quiere reventar la cabeza, pero a él no parece
importarle porque además de exponer su pésimo gusto musical, lo que en
verdad persigue es que todos en el barrio sepan que cuenta con lo último
en tecnología, por aquello de «dime cuánto consumes y te diré cuánto
vales».
Nadie sabe a ciencia cierta en qué trabaja Tin, pero tiene suficiente
dinero para levantar una casa con todos los hierros en menos de tres
meses. La eficiente brigada de cinco hombres que contrató no solo
trabajó rápido, también realizó un gran «aporte estructural y
arquitectónico». Al límite de los jardines de las casas y edificios de
la cuadra comienza el portal de Tin. Es decir, su casa sobresale del
resto, cogiendo incluso parte de la acera y violando todas las leyes
urbanísticas posibles.
Por su parte, los hijos de Tin cuando llegan de la escuela mastican
cualquier chuchería envuelta en papel brillante, que tiran a la calle o
al portal del vecino. Ah, pero cuidadito con echar una migaja en su
casita de cristal, manchar un mueble o ensuciar una pared, porque la
madre «les aplaude la cara», sin pensarlo dos veces.
Asimismo, el nieto de María, Yuniesky, se reúne con sus amigotes
veinteañeros en la esquina a jugar dominó. Algunos trabajan, otros no,
pero siempre tienen una botella Havana Club (3,85 CUC). No sé si es el
alcohol, la mala educación o simplemente porque son «guapos» que se
besan, pero al cabo de la hora vuelan las «pi». Y al que no le guste,
que se tape los oídos o que escoja el mal menor entre el reguetón de Tin
y las palabrotas obscenas de Yuni y su banda.
Y está Pepe, el que vive en el edificio del frente, buena persona.
Acostumbra a sentarse en el descanso de su piso para deleitarse con su
«Habano» de la bodega, pero cuando termina tira el cabo en un rincón,
molestando a diario a su vecina más cercana, que debe recogerlo, aunque
ella no fuma.
Estas «pequeñas» incidencias ocurren en mi barrio, pero estoy segura
de que no son exclusivas de mi vecindario. A menudo escucho historias
muy parecidas y hasta peores que las que he relatado aquí.
Por ello, no me asombré cuando escuché a Raúl Castro referirse al
tema de las indisciplinas sociales en la Primera Sesión Ordinaria de la
VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en julio de
este año.
El mandatario cubano aseguró que necesitamos urgente un clima de
orden, disciplina y exigencia en la sociedad cubana. «Lo más sensible es
el deterioro real y de imagen de la rectitud y los buenos modales del
cubano. No puede aceptarse identificar vulgaridad con modernidad, ni
chabacanería ni desfachatez con el progreso; vivir en sociedad conlleva,
en primer lugar, asumir normas que preserven el respeto al derecho
ajeno y la decencia», expresó.
Buenos modales, ¿sabrán Tin o Yuniesky que esos términos existen?
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué se ha resquebrajado tanto la
buena educación del cubano?
Decía mi abuela que la decencia se adquiere o no desde los primeros
años de vida, y por supuesto, que es responsabilidad en primera
instancia de la familia y más tarde, de la escuela y la sociedad en su
conjunto, a través de las instituciones formales, el trabajo o las
propias relaciones interpersonales.
Si un niño crece en un hogar donde los buenos días, permiso, gracias,
no son palabras del diario, y sí lo son los gritos, las ofensas,
empujones y obscenidades, por supuesto que para él la vulgaridad, la
chabacanería y la guapería son «valores» asumidos con total naturalidad.
Así se comunicará mañana con sus semejantes en el aula, en el barrio y
lugares públicos.
Precisamente por esta razón la escuela debe trabajar mucho más con
los niños que han sido expuestos a antivalores durante su crianza y
tratar de revertir, por el bien de todos, esa realidad. La vía educativa
siempre será la más eficaz. De lo que se trata es que los individuos
asuman por conciencia buenos hábitos de convivencia social.
Una contradicción de la que se habla mucho es que somos uno de los
países más instruidos y sin embargo, hoy tenemos que analizar la pérdida
de ciertos valores en la conducta humana. Pero es que no necesariamente
un título universitario viene aparejado, aunque debería, con la
decencia y el respeto al otro.
Tanto es así, que no conozco personas más decentes y solidarias que
Hilda y Pancho, un matrimonio de más de 65 años cada uno. Ella tiene
solo cuarto grado de escolaridad y él pudo alcanzar el sexto, pero ambos
pueden dar clases magistrales de educación y sensibilidad humana a todo
el barrio.
En encuestas recientes a la población para abordar estos temas,
muchos coinciden en que para mantener las normas de urbanidad y el
respeto entre los seres humanos, las autoridades también deben hacer lo
suyo.
Además del apoyo de la escuela y la comunidad, es imprescindible el
papel activo de las autoridades policiales en hacer cumplir lo
establecido por la ley, sobre todo con aquellos que a pesar del diálogo o
el llamado de atención por sus indisciplinas, insisten en imponer las
malas prácticas que vulneran la tranquilidad ciudadana y sobrepasan los
límites de la tolerancia de sus vecinos.
«Todo problema social demanda estudio para obtener conclusiones más
objetivas y emprender métodos de sanación más eficaces. Sin embargo,
algo debe irse haciendo al respecto. Todo sistema educativo incluye
entre sus componentes el premio y el castigo, pues es la forma de que
los implicados sepan si adelantan o no (…)», puntualizó Raúl en su
discurso de la Asamblea.
A propósito del VIII Congreso de los Comités de Defensa de la
Revolución (CDR) [1], que sesiona del 26 al 28 de septiembre en La
Habana, estoy convencida que sus 460 delegados discuten, además de los
cambios estructurales que necesita la organización para adecuarse a
estos tiempos, la gama de indisciplinas sociales de nuestros barrios, y
espero que por esta vez no quede en papel, sino que se tomen acciones
reales que a corto plazo minimicen o solucionen estos problemas en tu
barrio, mi barrio, nuestro barrio Cuba.
¿Quién sabe? A lo mejor, algún día no muy lejano vuelva a estar de
moda aquel viejo refrán: «el respeto entre vecinos asegura la
tranquilidad del barrio», y desaparezcan los Tin y los Yuniesky que nos
construyen casas en las aceras y nos martirizan con sus propuestas
musicales o palabrotas de «macho».
[1] Organización que nace el 28 de septiembre de 1960, a partir de una idea de Fidel Castro. Constituyeron desde su creación la respuesta enérgica del pueblo cubano al terrorismo de estado desatado por el gobierno de Estados Unidos, la CIA y el Pentágono contra Cuba. Además, se convirtieron en la célula del barrio que canaliza las necesidades del pueblo, para defender la obra que iniciaba la Revolución. Agrupa a la inmensa mayoría de la población mayor de 14 años que desee trabajar por el beneficio de la comunidad. Estructurados en todo el país, tanto en zonas rurales como urbanas, los CDR se constituyen partiendo del lugar de residencia; en las ciudades, por cuadras o edificios multifamiliares, y en el campo, a partir de viviendas (caseríos, bateyes).
Tomado de Cubasi: http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/21571-barrio-cuba
[1] Organización que nace el 28 de septiembre de 1960, a partir de una idea de Fidel Castro. Constituyeron desde su creación la respuesta enérgica del pueblo cubano al terrorismo de estado desatado por el gobierno de Estados Unidos, la CIA y el Pentágono contra Cuba. Además, se convirtieron en la célula del barrio que canaliza las necesidades del pueblo, para defender la obra que iniciaba la Revolución. Agrupa a la inmensa mayoría de la población mayor de 14 años que desee trabajar por el beneficio de la comunidad. Estructurados en todo el país, tanto en zonas rurales como urbanas, los CDR se constituyen partiendo del lugar de residencia; en las ciudades, por cuadras o edificios multifamiliares, y en el campo, a partir de viviendas (caseríos, bateyes).
Tomado de Cubasi: http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/21571-barrio-cuba
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