Por Aday del Sol
En cualquier lugar del mundo el que comete un delito va a
prisión. Pero, esto es mucho más dificil de entender cuando los
sancionados están casi comenzando a vivir. Ver los rostros de
adolescentes y jovenes recluidos en el Centro Cubano de Jóvenes por
Conducta San Francisco de Paula, en Guanabacoa es triste y lamentable,
aunque su construcción simule una escuela al campo o un campamento al
aire libre.
San Francisco de Paula es un centro que se caracteriza por el
tratamiento diferenciado a los jóvenes de 16 y hasta 27 años de edad . A
partir de una idea de Fidel Castro de convertir las cárceles en
escuela, se prioriza el estudio y la capacitación de los reclusos para
que puedan integrarse a la sociedad al concluir sus sanciones.
El
100 por ciento de los internos están incorporados a la capacitación
técnica, el 80 a la instrucción escolar y el 17 al trabajo. Cuentan con un claustro de
profesores del territorio que imparten las clases a los sancionados al tiempo que se capacitan como
albañiles, electricistas, plomeros, barberos y cocineros.
Los programas educativos en este Centro son la clave para
reinsertarse a la sociedad, después de la dura lección asegura, Pedro
Luis Fernández, un recluso de 26 años de edad cuando cuidadosamente
interrumpí la conversación con su novia, que lo miraba como si él fuera
el único hombre de la tierra al que ella esperaría, con mucha
paciencia, como Penélope a su Odiseo.
Penoso primero y desenvuelto después Fernández conversó con Cubasí:
“Lo que nos falta aquí y añoramos es el amor maternal porque
estamos "trancao". Pero estos momentos que nos dan semanalmente con la
familia lo agradecemos mucho, así como el pase que nos toca cada 28
días”, aseguró.
Al preguntarle sobre la comunicación con las autoridades
penitenciarias dijo, “el trato que nos dan los oficiales es OK por
completo, creo que en toda Cuba este es el mejor lugar donde te tratan.
Es un lugar abierto, no hay rejas, no existe el candado, solo ventanas
con cristales”, expresó.
“En el Centro se mantienen los estudios, que es lo que más se
aprovecha. Yo curso décimo grado y además estoy un taller de plomería
para aprender un oficio y trabajar cuando salga de esto. Ya pasé por
otros oficios, soy electricista y albañil, que cuando entré no era nada.
Aquí te ayudan a encontrar tu otro yo que no conocías, te ayudan a
encaminarte. Muchos lo logran”, afirmó.
Pedro Luis ha cumplido cinco años en prisión por el delito de robo
con violencia. Vivía con su madre y dos hermanos cuando lo apresaron.
Fue condenado a 13 años de prisión cuando apenas tenía 21.
Sin hablar claramente del delito cometido por vergüenza, confesó, “al
principio lo veía normal, como una necesidad, algo que tenía que hacer,
después comprendí que era un error. Primero estuve preso en el
Combinando del Este en la fase de severo cumpliendo una sanción
conjunta, después pasé a la 1580, posteriormente me trasladan a Camagüey
y de ahí a Cienfuegos, y nuevamente al Combinado del Este, hasta ahora
que me encuentro en San Francisco de Paula como premio a la conducta que
he mantenido durante todos estos años”.
Cuando ha vivido cinco largos años en prisión el joven Fernández
asegura, marcando una pausa profunda en su respiración, que si pudiera
reclamar algo no vacilaría en pedir su libertad, “ahora que he cambiado,
pediría libertad para volver con mi familia, para ver crecer a mi hija, libertad para trabajar, libertad para
disfrutar de mi juventud, que aunque yo mismo metí la pata, estoy
arrepentido”, concluyó.
La libertad solo se la pueden conceder las autoridades, pero otra mirada a la vida y hacia el futuro ya la tiene lograda y es que San Francisco de Paula es uno de los centros penitenciarios de Cuba, que sin dejar de castigar al
culpable trabaja por el cambio de conducta de sus internos y su camino a
la libertad como una mejor persona.
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