Por: Aday del Sol Reyes
Quizás no es un problema de vida o muerte, pero es una más de nuestras preocupaciones diarias: el vestir, la moda, las ofertas, los precios y la importación de gustos y tendencias.
Quizás no es un problema de vida o muerte, pero es una más de nuestras preocupaciones diarias: el vestir, la moda, las ofertas, los precios y la importación de gustos y tendencias.
Creo que todos tenemos una prenda preferida, es esa que más repetimos durante el mes porque quizás no tenemos demasiadas opciones, pero también porque nos gusta, incluso por encima de otras que están a la moda.
Además de lo efímero, a la moda la caracteriza lo colectivo. Persigue que todos, o por lo menos la gran mayoría, compren el «novedoso» diseño que viste Jennifer López o Beyoncé, en que las grandes marcas invirtieron millones, tanto en el producto como en su publicidad.
Existen las llamadas tiendas de ropa reciclada, a un precio más asequible, pero cada día son menos y para encontrar alguna prenda aceptable, hay que estar de suerte.
Negocio privado de venta de ropas
Con la apertura del cuentapropismo, aparecen en escena las llamadas «perchas» en los portales. Estos pequeños negocios particulares exhiben diversidad de modelos (algunos importados) y sus empleados se esfuerzan en complacer al consumidor, algo que no hacen, ni por casualidad, los de la estatal.Sin embargo, muchos cubanos consideran que las ofertas de los portales también son caras (aclarando que a veces se puede regatear). Simplemente hacen lo mismo que la shopping: compran barato en Ecuador, Panamá u otros países, y venden más caro aquí.
La gente al final termina comprando alguna que otra pieza porque no se puede andar desnudo, pero esto no quiere decir que esté al alcance de todos consumir en estos negocios privados, así como tampoco en la tienda estatal.
En ocasiones nos quejamos de que los jóvenes lucen pullovers, carteras, gorras, con las banderas de Gran Bretaña y Estados Unidos, pero ¿dónde están las piezas que exhiben nuestra bandera a un precio aceptable para el cubano de a pie?
Premio de Desfile de Modas en FIART 2012
El esfuerzo no puede quedar en exhibir estas prendas propias de nuestra identidad, sino que los cubanos las puedan comprar, y esto solo será posible si se aterrizan los precios.
En la calle
Para María del Carmen Rodríguez, licenciada en Español y Literatura, vestirse no es un gran problema porque su esposo, por cuestiones de trabajo, viaja dos o tres veces al año, y es ahí que garantiza los zapatos y ropa del año de su hija y de ella. «Si está a la moda, bien, y si no, también. No es ropa lujosa ni es exclusiva, son cositas que se compran muy baratas, pero resuelven. Si mi hija quiere que esté más a la moda, lo lleva a una costurera y punto», aseguró.
En el caso de Sofía Núñez, ingeniera industrial y madre de dos hijas adolescentes, vestirse no es una odisea gracias a los regalos de su hermana Vanesa, que vive en Miami. «Mi hermana les manda a mis niñas ropa usada, pero que está prácticamente nueva. También cuando cumplen años siempre les compra algo nuevo, juvenil. Eso es un gran alivio para mí porque mi salario lo puedo destinar a comprar comida», afirmó.
Otras como Lucía Benítez, de 26 años, soltera y técnico medio en Construcción Civil, que no tienen familia en el extranjero, dicen ahorrar hasta el último quilo y buscar lo más barato entre lo caro para vestirse más o menos a la moda. «Soy joven y me gusta lucir. Veo los espectáculos y series extranjeras y me encantan los modelos que las actrices llevan puestos. Cuando me venden algo parecido, lo compro, aunque sé que es una copia de la copia», agregó.
Verónica Pérez, estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana, dice que cuando logra reunir 20 o 40 CUC, se pone como la Cucarachita Martina, «¿qué me compraré, qué me compraré?», tratando de elegir porque los precios están por los cielos, y lo poco que te encuentras barato, pónle el cuño que no te dura. «Trato de escoger lo mejorcito, que se ajuste a mi cuerpo y edad porque yo no creo en la moda», concluyó.
Consumismo y moda, no es lo mismo, pero es igual
Un amigo —que ha viajado bastante para ser cubano— me comentaba: «Las mujeres en esta Isla no están conscientes de que son deslumbrantemente hermosas. No deben preocuparse ni ocuparse como otras en hacer trampas para encantar al sexo opuesto. Son bellas sin maquillaje, siliconas, atuendos de marcas extranjeras, ropas exclusivas, zapatos caros o cualquier otro invento que dicte la moda del momento», afirmó sonriente.
Y creo que muchas mujeres en Cuba coinciden con mi amigo, porque no todas son fieles a la moda del primer mundo, y me atrevo a afirmar que no es solo porque la mayoría se viste de lo que le regalan o mandan de «afuera» y no les alcanza para costear esos «lujos», sino también porque eligen no ser víctimas recurrentes de una industria poderosa y millonaria, que pretende uniformarnos a través del consumismo.
Algunos aún pensamos que todo lo que brilla no es moda. Bueno, ahora que lo pienso bien, puede que sí, que sea moda lo que brilla, pero por lo menos yo no me lo pongo. Así que sigo frente al closet mirando y preguntándome, ¿qué me pongo hoy?
Como medida profiláctica esas "perchas de ropa" desaparecieron por decreto, medida que ciertamente poco entendible.
ResponderEliminarPregunto, ¿Comercio interior cubano ha suplido esa oferta de productos?