La proliferación del trabajo no estatal en Cuba tiene entre sus atributos inundar las calles de la Isla con nuevos sonidos. Los pregones se reviven con originalidad, son tan disímiles como las ofertas que llevan y traen los vendedores.
Considerados por los estudiosos como acto de promulgación en voz alta de asuntos de interés público, esta añeja manera de anunciar anda por el mundo de la mano de los comerciantes desde hace varios siglos.
En Cuba varios son los músicos que inmortalizaron estos anuncios en obras que han pasado a la posteridad, tal es el caso de El manisero, compuesta por Moisés Simon, y el son-pregón de Ignacio Piñeiro Échale Salsita, que tiene como origen los pregones del Congo, vendedor de butifarras.
Ernesto Lecuona, Félix B. Caignet, Eliseo Grenet, Gilberto Valdés, y Rosendo Ruíz Suárez, por citar algunos, compusieron obras inspiradas en este quehacer popular entre las que figuran: El Frutero, Frutas del Caney y El Botellero.
Actualmente, numerosos cubanos ejercen labores no estatales, muchas de las cuales, de una u otra manera, buscan en el pregón el modo de llamar la atención y efectuar sus ventas.
Cada cual vende lo mejor, y así lo dicen a viva voz, por ejemplo: los pasteles sabrosos, de guayaba y tostaditos; el pan caliente; las frutas frescas y buenas para la salud; los helados cremosos, como los niños los prefieren.
Destaca en Santa Clara el comprador de materia prima que en su reclamo dice: "Limpie su patio, compro lo que sobra".
A Luis Becerra, vecino de un barrio de la ciudad, le resulta simpático, y reconoce que el recolector tiene clientes fijos que acuden a las puertas cuando escuchan el cantar.
Enumerar todos los que matizan la realidad cubana de estos días es casi imposible, resulta válido reconocer que forman parte del acervo cultural de este pueblo.
Nuevos géneros musicales los acogen, en Villa Clara varios autores, entre los que figuran jóvenes trovadores, insertaron en sus creaciones El pregón de los niños, con el cual Julio Guerra promovía sus raspaduras.
Como este, otros géneros y nuevos artistas serán en el futuro quienes lleven al pentagrama los pregones de hoy, así mañana serán parte del patrimonio cultural de las nuevas generaciones.
Por Marta Hernández
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