martes, 11 de octubre de 2011

¿Qué haría Obama ante un ataque aéreo contra el asesino Posada Carriles?

El protegido del gobierno de EE.UU, el terrorista confeso Luis Posada Carriles

La “Guerra Contra el Terror”, que es una guerra muy selectiva, dado el hecho que Carriles, por definición norteamericana, es un terrorista de primera magnitud.

Imaginemos por un momento que el gobierno de Cuba decidiera que Luis Posada Carriles merece la misma pena que Anwar al-Awlaki, el operativo de Al Qaeda ejecutado por un avión norteamericano sin piloto en Yemen la semana pasada.

No sería una exageración. Carriles, un cubano nacionalista anti-Castrista y ex agente de la CIA, planeó el dinamitazo en 1976 del Vuelo 455 de Cubana de Aviación que mató a los 76 pasajeros y tripulantes, según dicen documentos del gobierno estadounidense ya desclasificados. Carriles también fue implicado en una serie de bombazos contra turistas en Cuba en 1997.

En la actualidad, Carriles es un hombre libre. Vive en Miami y está rodeado de expatriados cubanos que lo consideran un héroe.

Es de suponer que Washington (que ha rehusado entregarlo a Cuba o a Venezuela) consideraría un ataque aéreo para matar a Carriles – y posiblemente a varios otros civiles a su alrededor – como un acto de guerra.

Washington probablemente reaccionaría de igual manera si alguna nación decidiera asesinar en Estados Unidos a uno de los muchos contratistas de seguridad y soldados norteamericanos que han matado a civiles en Irak y Afganistán en forma indiscriminada o simplemente para divertirse.

Sin embargo, Estados Unidos se arroga el derecho de cometer asesinatos en el extranjero como si fuera una ley natural.

Los líderes estadounidenses describen tal práctica con eufemismos, tal como lo hizo el Presidente Obama cuando anunció la muerte de al-Awlaki la semana pasada. “Esta mañana temprano”, dijo, “Anwar al-Awlaki, un líder de Al Qaeda en la Península Árabe, murió en Yemen”.

Vaya. Cierto.

La ejecución de un ciudadano norteamericano

Para ser más preciso, lo que sucedió fue esto: la CIA y los militares norteamericanos ejecutaron a Anwar al-Awlaki y, para remate, lo ejecutaron en forma extrajudicial. La ejecución fue cometida por orden directa y secreta del presidente.

A diferencia de Luis Posada Carriles, al-Awlaki jamás fue acusado formalmente de nada o enjuiciado en una corte de ley.

Ahora bien, al-Awlaki era un fanático desagradable (tal como Luis Posada Carriles) y su ausencia de nuestra vida no les va a molestar a muchos, entre ellos yo.
Pero en un país que con razón se enorgullece de obedecer la ley y el debido proceso, lo que hizo Obama – y lo que él hace con frecuencia, si es que aceptamos los informes de prensa – ha dejado molestos a los norteamericanos pensantes. Y debería preocuparlos.

Uno de los primeros en levantar su voz fue Ron Paul, el congresista republicano que se ha postulado para la presidencia. No se puede negar que Paul es un hombre que se apega a sus principios, sin importarle la opinión pública.

Paul hizo hincapié en que al-Awlaki es un ciudadano norteamericano, nacido aquí, algo que es puramente un asunto doméstico en EEUU, pero también indicó que nadie ha visto prueba alguna de que al-Awlaki sea un asesino. “Si el pueblo norteamericano acepta a ciegas y sin reparos que el presidente puede asesinar personas que él considera 'malos', me parece que eso es triste”, dijo.
Las palabras importantes en la crítica de Paul son “que él considera ‘malos.’” Porque ése es el meollo del asunto.

Al sentenciar a muerte a al-Awlaki, Obama presuntamente se basó en informes de inteligencia. Éstos probablemente dijeron que al-Awlaki fue responsable por planear u orquestar diversas atrocidades, pero son – a fin de cuentas – informes de inteligencia. Y las agencias de inteligencia de este país se han equivocado en el pasado, por decirlo con caridad.

Si esa inteligencia hubiera sido presentada a un juez, éste la habría encontrado fallida o insuficiente. O no. Pero, como apuntó la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), el público nunca lo sabrá, porque la evidencia – cualquiera que haya sido – es un secreto de estado, no sujeto a examen por las cortes.

‘El debido proceso de ley’

Más aún, la Constitución de Estados Unidos dice, en su Quinta Enmienda, que nadie será “privado de su vida, libertad o propiedad sin el debido proceso de ley”.
¿Exactamente cuál fue el debido proceso de ley detrás de la decisión de ejecutar a al-Awlaki? Repito, basado en los informes disponibles, parece que algunos abogados en el Departamento de Justicia debatieron el asesinato y decidieron que estaría bien.

Ése es el mismo Departamento de Justicia que obedientemente aprobó la decisión de George W. Bush de torturar a prisioneros, una decisión que fue repudiada por el mismo Obama.

El republicano Newt Gingrich, otro candidato presidencial, aplaudió la ejecución y restó importancia al asunto del debido proceso. “El presidente firmó una orden para matarlo. Eso fue un debido proceso”.

Pero el tema más amplio en todo esto, la pregunta que debería preocupar al resto del mundo, es el asunto de la soberanía.

Estados Unidos siempre ha asumido una “actitud extraterritorial” hacia la aplicación de la ley, es decir que unilateralmente extiende su jurisdicción por todo el mundo.

Desde el 11 de septiembre, esa tendencia se ha endurecido en forma impresionante.

Agentes norteamericanos han secuestrado a sospechosos (a veces, a individuos equivocados) en las calles de ciudades europeas y los han arrojado a prisiones secretas o a las mazmorras de dictaduras extranjeras que obedecen a Washington.

Se intensifica programa de aviones sin piloto

Y bajo el Presidente Obama, el programa de aviones sin piloto – un secreto a gritos – ha sido intensificado. Aviones sin piloto, cazadores con misiles, vuelan sobre otros países apuntando sus cámaras de alta definición hacia abajo, buscando a personas a quienes los servicios de inteligencia de EEUU han designado como enemigos.

El presidente hace esto con autoridad del Congreso, que en 2001 aprobó una ley que permite al mandatario cazar sospechosos en países que no pueden (o no quieren) efectuar la cacería ellos mismos.

De vez en cuando, los civiles se convierten en “daño colateral”, que los norteamericanos consideran víctimas de la guerra.

Todo esto es justificado por EEUU como parte de lo que llamaba la “Guerra Contra el Terror”, que es una guerra muy selectiva, dado el hecho que Carriles, por definición norteamericana, es un terrorista de primera magnitud.

No obstante, el mundo debe aceptar la palabra de Washington de que los blancos de sus ataques son amenazas inmediatas y letales.

Ahora bien, los ataques por aviones de control remoto contra residentes de EE.UU. que mencioné al comienzo de este artículo son una ficción hipotética, porque en la actualidad solamente el gobierno de EE.UU. tiene la tecnología, poder y determinación para llevar a cabo ataques en el extranjero. Carriles probablemente no tiene muchas razones para preocuparse, allá en Miami.

Pero esa no será la situación en todo momento.

¿Querría alguien que los líderes chinos o el presidente de Rusia o de Venezuela ordenaran ataques aquí que consideran necesarios, en base a inteligencia secreta que no puede ser examinada?

O, como dijo el escritor Salman Rushdie la semana pasada, ¿querría alguien que una Presidenta Michele Bachmann gozara de tal clase de poder arbitrario?

Tomado de Progreso Semanal

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