Por: Aday del Sol Reyes
No sé si es calor
o si con la edad me estoy volviendo más exigente y peleona, pero desde hace
varios meses siento que por los menos en La Habana casi nada funciona bien, casi
nadie mueve un dedo si la tarea no es asignada y controlada desde arriba (desde
las más altas esferas).
Un salidero, una
fosa que recorre toda una calle o
latones de basura desbordados pueden estar varias semanas en un barrio de La Habana sin que los organismos encargados
se inmuten. La gente afectada y
desesperada se queja a las instituciones pertinentes, lo denuncian
en las reuniones y asambleas del barrio, pero en pocas ocasiones ven su problema resuelto.
Solo cuando se
denuncia en la televisión, se les ordena
desde el más alto nivel o se publican cartas en el periódico Granma ofrecen explicaciones
o mejor dicho justificaciones. Es como
si los directivos de muchas instituciones estatales solo ofrecieran el servicio que por obligación deben dar al pueblo
bajo presión u amenaza y no simplemente porque es su objeto social.
Un ejemplo
concreto de la indolencia que percibo fue lo ocurrido ayer en mi cuadra (H entre
23 y 21) cuando el pésimo chofer que manejaba un camión de mudadas chocó contra un poste de electricidad y dejó
sin luz a todos los que allí vivimos. Esto
sucedió minutos después que el accidente de la céntrica calle 23 cuando un P9 también
arremetió contra otro poste, dejando sin luz gran parte de la concurrida
avenida.
Las cámaras de la
televisión captaron este último accidente, incluso fue emitido en el Noticiero
de las 8 de la noche, según me contaron.
Un carro de la empresa eléctrica llegó inmediatamente al lugar de los hechos y devolvió
la luz de la calle 23, sin embargo no pudo atender otra queja a solo dos cuadras de
allí.
Aún cuando muchos
ancianos llamaron reiteradamente a la empresa eléctrica pidiendo ayuda y apelando a la
solidaridad humana (nosotros que somos expertos en eso), aún cuando les pidieron que pensaran en las altas temperaturas de estos días y lo que significa dormir
una noche sin ventilador. La respuesta fue: La rotura ya está registrada, mañana
a las 10 a.m. se envía un camión.
Y así fue. La
indolencia una vez más se impuso. La caída del campo socialista, el período
especial o el férreo bloqueo yanqui contra nuestra Isla no influyeron en nada con
esta decisión. Todos en mi cuadra durmieron o mal durmieron bajo "tortura".
Hoy cerca de las
10 de la mañana el camión llegó y los operarios de la empresa eléctrica solucionaron
el problemilla en menos de 10 minutos.
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