Por: Aday del Sol Reyes
Aunque el cuarenta aniversario de La Nueva Trova no ha pasado ni mucho menos por alto -hasta el propio Silvio le dedicó un texto en su blog-, creo que sobre ese movimiento iniciado en los años sesenta por un grupo de entonces jóvenes músicos cubanos no se ha dicho aún lo suficiente.
Una canción nueva que todavía hoy, varias décadas después, parece innovadora, fresca y acabada de sacar de la guitarra, significó una revolución en el arte y el pensamiento de toda una generación que, por lo menos en Cuba, ningún otro movimiento artístico ha tenido la suerte de igualar.
Nos pareció entonces que nadie mejor para seguir hablando de un tema tan fundamental y trascendente que Silvio Rodríguez, uno de sus fundadores, y para muchos, el mayor representante de una estética que se niega, a pesar de los post y otros contras, a renunciar a su modernidad.
- ¿Cuándo escuchó Silvio por primera vez la frase: "La Nueva Trova"?
Creo que ya en 1968, o en 1969, algunos decían nueva trova. También recuerdo que Odilio Urfé prefería decir trova joven. Eso de nueva trova quizá salió de la nueva Cuba que se hablaba desde 1959; e igualmente del nuevo cine, del cinema nuovo, de la nueva canción y de otros términos parecidos que empezaron a usarse por entonces.
- ¿Qué habría sido de Silvio Rodríguez si el concierto del 18 de febrero de 1968 en Casa de las Américas nunca hubiera tenido lugar?
Visto desde hoy, el concierto en sí mismo fue lo de menos, porque los trovadores ya nos conocíamos y confrontábamos ideas. Lo más importante fue que Haydee Santamaría nos abrieran las puertas de Casa de las Américas, cuando a algunos de nosotros nos seguían mitos de negatividad y los medios no difundían nuestra obra. Aquel concierto -y los que seguimos haciendo después-, fueron un espacio público donde exponer nuestro trabajo, precisamente lo que otras instituciones nos negaban. Cantar en CASA, además de darnos la oportunidad de mostrarnos cómo artistas, nos dio un respiro como personas, como jóvenes, incluso como cubanos. En aquellos años algunos cuestionamientos podían ser devastadores.
Para mi fue vital constatar que había dirigentes capaces de sentarse conmigo y escucharme, de conversar, de intercambiar ideas e incluso discutir. Aquello me fortaleció mucho. De aquella experiencia aprendí que los dirigentes, en cualquier época, debieran reunirse con los jóvenes, tengan la fama que tengan. Es muy importante formarse opiniones del trato directo y no de las versiones que se hacen de la gente. Por eso canté aquello de "se me archiva en copias y no en originales". Todos los originales tienen derecho a ser confrontados con las dudosas versiones que a veces circulan.